domingo, 25 de noviembre de 2012

Las Elegi(d)as coquetas


Sucede que las reminiscencias
son jóvenes púberes, bastante protuberantes... en espíritu.
Y ese mismo desafuero por los tentaciones de la carne,
les hace llenarse la cara de cosméticos y químicos corrosivos.
Mis amigas nmémicas quedan hechas carroña con piernas largas.
Se esconden
Y no recuerdo más.

Sucede que las aspiraciones vienen a ser mujeres más maduras.
Un pequeño tomo de Rimbaud, poco perfume... como yo.
Nada de concesiones, todo para el verbo que se desase en el gusto... como yo.
Tirantes nada apretados... y cuando se sientan con su tinto, desparraman las notas de El yo y el ello.
Como yo, también aprietan los dientes y producen chasquidos con las uñas sobre el vidrio cuando la llegada tarde se hace inminente.
Cabalgan al ritmo de la yesca ardiente, como una bandera reivindicatoria.
Ah... Ellas, que son tan...
...
...
literarias que padecen el mal destino de ser pensadas como una novela.

Y lo que sucede con el presente es tan aterradoramente incierto
que resuelvo quedarme con la espina en el dedo, y paso y paso las páginas
sin importar lo hondo del asunto.
Palidezco. Se marcha otro hidratado tratado sobre las pasiones.
Qué va, de aquí a que me reincorpore y retome rubor serán las doce.
Los escrivenciadores seguirán con su verborragia, como yo,
hasta no pensar más que en la asfixia broncoaspiración.
Silencios para la ocasión. Las viudas lloran al mismo tiempo.

Luisen Velásquez